viernes, 24 de septiembre de 2010

La magia del momento. Amanece en Masai Mara



Hace ahora poco más de un año comenzaba mi andadura en la blogosfera con el blog sobre Ecoturismo en El País. Han transcurrido 15 meses y ese primer post de presentación refleja perfectamente la idea, concepto y filosofía por el que ahora nace este nuevo blog. Aquí os lo dejo...


Pasan unos minutos de las cinco de la mañana. Llevamos una semana intensa de safaris fotografiando las principales especies y paisajes de Samburu, Buffalo Springs, Shaba, Laikipia, y Masai Mara. También sus especies más raras y esquivas. No es la primera vez que mis compañeros de safari y yo llegamos hasta las tierras kenianas ya que, además de ser el trabajo de algunos de nosotros, los días de vacaciones también los reservamos para escapadas como ésta. Es agosto y las praderas infinitas de Masai Mara se encuentran repletas de herbívoros en plena migración. La Gran Manada de ñúes, cebras y gacelas se encuentra ya al norte del río Mara.

El día de ayer fue un día de migración clásico. Metidos en el 4x4 de sol a sol y disfrutando de estos miles de herbívoros y de los muchos carnívoros que no les pierden de vista. Contemplando vadeos imposibles y afortunados del río Mara –no por las varios cruces de grupos de ñues y cebras, éstas siempre más decididas,- sino por el cruce más inusual de jirafas e incluso de un enorme león macho en su afluente el Talek.
A las cinco de la madrugada oigo la puntual cantinela “Jambo, jambo” al otro lado de la lona de mi tienda. Es el empleado del Karen Blixen Camp que, a falta de timbre o teléfono, tiene por objeto realizar la ronda de despertador para los clientes que han de prepararse para salir raudos de safari. El cansancio tras varios días de baches, polvo y traslados sin descanso, junto con la previsión meteorológica poco halagüeña –incluso había estado lloviendo por la noche-, habían terminado de convencer a mis compañeros de viaje de que era la noche indicada para recargar baterías y descansar un poco antes de regresar a Nairobi. Yo me resistía a pensar en la sola posibilidad de no intentar disfrutar de un nuevo amanecer africano. Había convenido con nuestro conductor que si a las cinco no llovía nos veríamos en 30 minutos junto al 4x4 para hacer un breve safari de despedida. El último de ese verano. Para mi satisfacción la madrugada estaba casi despejada así que no dude un momento en reunirme con él en nuestro punto de encuentro. Un café rápido con unas pastas y… ¡al coche!.

El campamento Karen Blixen se encuentra a orillas del río Mara, en una zona algo escarpada del río antes de que éste fluya por terreno llano dentro de la reserva africana más conocida. Desde el campamento es preciso subir en coche hasta la gran planicie al noroeste de Masai Mara. Durante casi media hora, lo que dura el trayecto de subida, vienen a la mente muchas preguntas pero sobretodo una: ¿habrá merecido la pena el madrugón? Una vez arriba nos toparíamos con varias manadas de ñúes que se alimentan de estos verdes pastos –los mismos animales que dejamos ayer tarde echándose en la misma zona-, algunos impalas, alguna cebra, alguna pareja de dik-dik, etc. Seguramente algún elefante.
Apresurados llegábamos arriba con el alba. El reloj marcaba casi las 6. La claridad permitía ir adivinando siluetas y justo cuando asomaba entre las acacias una enorme manada de casi un centenar de elefantes, rompía la línea del horizonte el sol más africano que he visto nunca para componer la imagen soñada.

Esto es el ecoturismo, la observación en su medio natural de especies de flora y fauna, el esfuerzo y la paciencia propios de las salidas de campo, el nerviosismo de toparnos con algo que estábamos buscando con anhelo y, especialmente, la magia del momento. Kenia no quería despedirme sin hacerme un regalo, uno más como siempre hace desde que la pisé por primera vez. No hay trucos ni photosop. Sólo 100% África. Bienvenidos al ecoturismo en los paraísos del mundo y los safaris fotográficos.

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