sábado, 9 de octubre de 2010

La Selva de Iguazú

Es cierto que cuando uno decide ir a Iguazú lo hace atraído por el poderoso imán de las cataratas. Piensa en llegar aquí para asomarse al mirador desde el que mejor se vean. Cuando uno ya está aquí, se da cuenta que los miradores son muchos, afortunadamente, y que las formas de contemplar Iguazú no son las de un simple balcón. En los post de días pasados he ido acercando las diferentes posibilidades para disfrutar al máximo este paraíso natural tanto desde el lado brasileño como desde el lado argentino (y espero haberlo conseguido). No me resisto a invitar a todo el que pueda a que se acerque a unas cataratas que deben estar en el currículo de cualquier ecoturista; de la misma forma que tampoco me resisto a mostraros hoy a la selva olvidada a la que dedico el último de esta serie de post sobre Iguazú.

Y es que Iguazú no es sólo agua, es también selva, y de la buena. A ambos márgenes del río crece una densa selva subtropical formada por bosque húmedo en perfecto estado de conservación y repleta de vida salvaje. Una selva olvidada porque muy pocos son los que guardan una mañana o una tarde para pasear por ella al programar su visita al parque nacional pero muy pocos son también los que cuando descubren la posibilidad de conocer alguno de los senderos, se marchan sin hacerlo. En el parque nacional existen varios senderos que se internan en el bosque para conocer la flora y fauna de Iguazú. Como siempre también a ambos lados de la frontera.
En el lado argentino se encuentran el sendero Verde y el sendero Macuco. Hay un sendero más: el sendero Yacaratia, pero en realidad se trata de una pista que se recorre en camiones todo terreno abiertos.
El sendero Verde transcurre paralelo al tren ecológico y está concebido como una alternativa para quienes prefieran caminar 15 minutos en lugar de tomar el tren entre las paradas de la estación Cataratas y la estación Central. También es una manera más saludable de ahorrarse las colas que suele haber en el tren y caminar acompañados por los abundantes coatíes que campean a sus anchas por este sendero y los alrededores de las pasarelas.
El sendero Macuco ya es otra cosa. Un recorrido de 7,4 kilómetros ida y vuelta y que se adentra por el corazón de la selva de esta porción de la provincia de Misiones formada por un bosque subtropical con más de 2.000 especies vegetales (guatambú blanco, incienso, ceibo, ybirá pitá, timbó, rabo molle, curupay, laurel blanco, o la palmera pindó, entre otros). Este sendero antiguamente empleado para la extinguida actividad de explotación maderera, es idóneo para recorrer sin prisas, prismático y cámara de fotos en mano para conocer el hábitat de jaguares (yaguaratés), ocelotes, monos carayá, osos hormigueros, osos meleros, tapires, tucanes e infinidad de mariposas y otras aves (más de 400 especies) de todos los colores y tamaños. También para escuchar la selva. El broche final del sendero, como no podía ser menos, es un bello salto de agua con poza incluida: el salto Arrechea.


Por lo que respecta a los senderos brasileños, existen tres principales: Poço Preto (pozo negro), Bananera y Linha Martins.

El sendero Pozo Negro comienza con un puente colgante y se adentra 9 kilómetros en la selva para finalizar junto a la laguna de Pozo Negro, donde existe un observatorio de aves y viven diferentes especies de animales acuáticos como el gigantesco roedor llamado carpincho. La empresa que ofrece el sendero guiado realiza la vuelta navegando por el río y ofreciendo la posibilidad de probar kayaks o ducks. Durante el regreso realizan paradas ornitológicas en islas situadas sobre el curso del Iguazú como el archipiélago de las Tacuaras y la isla de los Papagayos. Total 4 horas.

El sendero de la Bananera y el sendero Linha Martins, ambos de características similares al anterior pero de sólo 1,6 km y una hora y media de duración para el primero y de 4 km. 2,5 horas para el segundo.


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