martes, 23 de diciembre de 2014

Madeira, acantilados de laurisilva y agua

 
Cascada Velo de Novia
A 860 km de Lisboa emerge la isla de Madeira, un vergel botánico de origen volcánico caracterizado por su escarpado relieve. Sus montañas, como ocurre con las islas Canarias occidentales, sirven de barrera natural a la humedad oceánica traída por el viento alisio, que transforma la humedad en nubes y éstas en lluvia horizontal, germen de la laurisilva. A este bosque de laureles dedicaré un post futuro, ahora sólo quiero diferenciar las dos vertientes de Madeira, la norte, mucho más verde y cubierta de laurisilva, y la sur, con más horas de sol.


Casi el 70% de la superficie de la isla principal del archipiélago: Madeira, que da nombre a este puñado de islas atlánticas formadas por Madeira, Porto Santo, las islas Desiertas y las islas Salvajes, es parque natural (parque natural de Madeira). Un espacio natural protegido eminentemente interior pero que toca al mar en dos zonas: los acantilados al norte de Machico y la península de San Lourenzo por una parte (este de Madeira) y por otra el tramo de costa entre Sao Vicente y Porto Moniz, al noroeste de la isla. En este último enclave quiero detenerme hoy. Se trata de un espectacular tramo de 16 kilómetros de acantilados sumamente verticales, cubiertos por el verde de la laurisilva y regado por infinidad de cascadas que se descuelgan por los barrancos costeros, especialmente en la franja entre Sao Vicente y Seixal. Sólo en este tramo existen una decena de cascadas.
 
Cascadas cerca de Seixal


Desde 1950 hasta comienzos de este siglo, durante cincuenta años estuvo abierta al tráfico una de las carreteras más impresionantes de Europa, la que recorría esos 16 kilómetros de acantilados, muy estrecha (sólo se podía circular en sentido Seixal) y siempre bajo el riesgo de desprendimientos. Hoy está cerrada y sólo es posible recorrerla a pie. En su lugar, el nuevo asfalto con una serie de modernos túneles perforan estos paredones y ofrecen a ratos vistas al bravo atlántico y a algunos de los puntos más fotogénicos del trazado. Este es el caso del mirador de la cascada del Velo de la Novia, un torrente de agua que cae directamente al mar. No es la cascada más alta ni más larga pero si la más célebre de esta aislada parte de la isla, símbolo natural de un tramo de acantilados que, con carretera o sin ella, sigue estando entre los más espectaculares del mundo.

miércoles, 17 de diciembre de 2014

Cabo Girao, el cabo más alto de Europa



Desde aquí arriba se ve todo de una forma diferente. No porque las vistas panorámicas sean impresionantes, que no dejan de ser buenas pero no las mejores en una isla (Madeira) que se disfruta a golpe de miradores, sino porque asomarse al mirador del Cabo Girao permite ver el Atlántico desde el cabo más alto de Europa. Y eso, si es diferente.

Muy cerca de Câmara de Lobos cuyo pequeño puerto y ambiente de pescadores conquistó al mismísimo Winston Churchill, quien así lo plasmó en un lienzo durante sus vacaciones en 1950. De las focas monja o “lobos marinhos” que antaño habitaban la localidad nada queda y de Churchill sólo se mantiene un restaurante con su nombre cerca del mismo balcón desde donde el célebre personaje realizó la obra pincel en mano y puro en boca. Desde ese mismo mirador, tal y como se ve también en su cuadro, las casitas blancas del pueblo tienen el imponente telón de fondo del Cabo Girao.
Teleférico de Rancho



Os recomiendo subir hasta el cabo por la estrecha carretera desde Câmara de Lobos que primero permite realizar una parada en el teleférico de Rancho (Fajas del Cabo Girao). Un pequeño telecabina baja en vertical hasta la playa de cantos rodados en la base del cabo. Desde la estación superior del teleférico, donde hay un restaurante mirador (abajo hay otro restaurante), las panorámicas del cabo permiten apreciar en toda su inmensidad, los 580 metros de altitud que separan el mar de la plataforma mirador semicircular emplazado en la parte alta del cabo Girao. Mi próxima parada.



Enseguida se llega a la parte alta del cabo, donde aguarda una plataforma mirador colgada (literalmente) sobre el abismo al Atlántico. Una parte del mirador, la más expuesta, tiene el suelo de cristal (inaugurada en 2012), de forma que las sensaciones se multiplican. Por si hay dudas de que estás muy alto, una placa se encarga de recordarte que entre el suelo de cristal y el agua hay 580 metros. Estás en el cabo más alto de Europa y el segundo más alto del mundo.

martes, 9 de diciembre de 2014

Barasingha, el señor de los pantanos de Kanha


La silueta del enorme ciervo se mueve lentamente entre la niebla. Está en la linde del bosque, y baja renqueante en busca de los pastos que rodean la laguna en la zona de Sonf. Es un animal corpulento y con la cabeza en proporción no muy grande, pero aún así este macho tiene una envergadura imponente y con una fina pero espectacular cuerna. A la par que las primeras luces del día rasgan jirones en el manto de niebla, un grupo de hembras, que no andaban muy lejos, se le une. Aparece otro macho más joven. Todo el grupo camina en busca del mismo objetivo, los granos de las gramíneas que crecen en las praderas que rodean a las zonas húmedas del parque nacional Kanha, en el centro de la India, donde se encuentra el hábitat idóneo para esta especie, una de las más amenazadas del planeta. El Barasingha es también conocido como ciervo de los Pantanos (Rucervus duvaucelii duvaucelii; hasta hace poco Cervus duvaucelii duvaucelii) y Kanha, es el único parque nacional donde puede ser visto en libertad. De hecho es gracias a un exitoso programa de recuperación de esta especie originaria de India y Nepal, que alberga en este espacio natural indio su única población mundial. Quien quiera ver baransinghas ha de venir a Kanha, donde viven aproximadamente 475 individuos repartidos entre las zonas de Sonf, Raunda, y Umakhero en el sector Kanha, y las zonas de Bhisanpura, Sondar, Oari en el sector Mukki. La historia de este ciervo especializado en alimentarse de los pastos de gramíneas estuvo a punto de acabar muy mal en el último tercio del siglo pasado. De los 3.023 ejemplares censados en Kanha en 1938 se pasó a una cifra crítica de apenas 66 individuos en 1970.


El gran macho lleva en la cornamenta restos de hierbas que él mismo se encarga de colocar así, sabedor de que resulta más atractivo para las hembras. Les hace una cornamenta más grande, algo que ellas identifican como un signo de poderío y virilidad.



Al fondo, en el linde del bosque, entra en escena una silueta mucho mayor, la del bisonte indio que sale del bosque probablemente para beber agua. El gaur o bisonte indio es otro de los grandes alicientes de Kanha que no hay que olvidar recibe a sus visitantes sobre todo por un motivo, por ser uno de los parques nacionales indios con mayor densidad de tigre de Bengala. La variedad paisajística y la riqueza animal de este parque del Madyha Pradesh le han convertido desde siempre en uno de mis favoritos. Y en el de mucha gente…

lunes, 1 de diciembre de 2014

La grulla sarus en Keoladeo

 
Las grullas sarus son una de las seis especies de grullas en India
India es uno de los países más ricos en cuanto a biodiversidad, de hecho es uno de los 17 países megadiversos que hay en planeta, es decir, países que albergan el mayor índice de biodiversidad y que están englobados en el Grupo de Países Megadiversos Afines (PNUMA). Hasta un 70% de la biodiversidad del planeta y un 45% de la población mundial, que representa la mayor diversidad cultural, se encuentra representado en este grupo.

India es un paraíso pues para el ecoturismo y en concreto para los amantes de la observación de aves, pues existen 1.300 especies de aves en India. En temas de birdwatching, el parque nacional bandera del país es sin duda Keoladeo o Bharaptur, un parque nacional pequeño pero que atesora una gran densidad de especies, en diversidad de especies y poblaciones de cada una. Por ejemplo, sólo en grullas, India cuenta con 6 especies diferentes: la grulla común (Grus grus) –vieja conocida en la península Ibérica-, la grulla de cuello negro (Grus nigricollis), la grulla damisela (Grus virgo), la grulla monje (Grus monacha) y las dos joyas la familia: la grulla siberiana (Grus leucogeranus) y la grulla sarus (Grus antigone). Sólo dos de ellas crían en India, la grulla de cuello negro y la grulla sarus.


Por su escasez e importancia sin duda la grulla siberiana es la principal especie del parque nacional Keoladeo, convertida incluso en logotipo del parque, pero los contadísimos individuos que llegaban a este enclave en invierno en los últimos no se han dejado ver…


Fallido el intento del año pasado por ver a las grullas siberianas, tuve que contentarme (que no es poco) con la grulla sarus es mi siguiente favorita y con ésta tuve más suerte. La grulla sarus es el pájaro volador más alto de cuantos existen en el mundo, alcanzando la talla de una persona (180 cm. de altura). Se caracteriza, además de por su imponente tamaño, por el color rojo de su cabeza (cara y parte superior del cuello) en los adultos. Su envergadura alar alcanza los 280 cm. de longitud y llega a pesar 5-12 kg. ¡Casi nada!

Está catalogada como vulnerable por la UICN y se estima que quedan 8.000-10.000 grullas de esta especie en el subcontinente indio de las cuales 2.500-3.000 en el estado indio Uttar Pradesh.
Es un ave asociada a los humedales y en este aspecto, el parque nacional Keoladeo es sin duda uno de sus baluartes, así que allí me fui. Keoladeo es uno de mis parques favoritos, así que siempre gusta regresar.


En los años 70 se solían verse en Keoladeo en número que rondaba los 500 individuos mientras que en los últimos años las observaciones hablan de no más de 30 grullas sarus. El descenso es alarmante y hace pensar en una seria reducción de la población india de esta bella especie.


El ave se localiza en las zonas circundantes al parque y está también presente en otros humedales de Bharaptur. A finales de diciembre del año pasado no habían llegado a ser observadas dentro del parque -como me confirmaron ornitólogos  locales-, así que pasé, como siempre, una agradable jornada de campo disfrutando de otras muchas especies y tuve que salir a buscarla fuera del parque. Cuando todas las esperanzas parecían desvanecerse, en los campos de cultivos que flanquean la carretera de regreso a Delhi ¡saltó la liebre! Allí estaba esta pareja; esbeltas, sublimes. Parecían ajenas a los campesinos que no andaban lejos de donde ellas estaban. Saltaban, picoteaban… Detuvimos el vehículo y nos bajamos para tratar de verlas mejor. Pronto advirtieron nuestra presencia, y prudentemente se alejaron, a cortos vuelos, a grandes zancadas, el caso es que era mejor momento para observarlas con los prismáticos que para dar rienda suelta a la fotografía. Aún así pude inmortalizarlas antes de que se alejaran demasiado… Un momento breve pero intenso y muy gratificante.